segunda-feira, maio 04, 2009

San Nuno Alvares Pereira (carta abierta a R)

Querido R (In diebus illis):

He visto tus comentarios al texto de Monseñor Francisco Rendeiro sobre el nuevo Santo, Nuno Alvares Pereira, que mi hermano en la Fe y amigo JSarto reproduce en esta bitácora. Y permíteme que esté en desacuerdo contigo y te explique por qué.
Me parece que estás algo desenfocado con respecto a Aljubarrota. Aunque ahora entremos en detalles quiero recordarte que la Providencia selló este dualismo hispánico no sólo en Aljubarrota, sino también en Toro. La derrota del expansionismo castellano hacia Portugal tuvo el contrapunto de tener que ser derrotado el expansionismo portugués hacia Castilla.
Quisiera compartir contigo algunas consideraciones para aclararnos todos mejor y para aportar un granito de arena que, ojalá, sirva para mejorar las relaciones portugueso-españolas.

Unidad hispánica de partida
Es verdad, innegable, que hubo un interés de todos los Reyes de los distintos Reinos de la Reconquista, incluído el de León (o este más que todos los demás incluso), de reclamar la antigua legitimidad visigótica, la unidad hispánica, de la cual los portugueses también forman parte.
Admito que en algunos manuales, portugueses y algunos hoy día gallegos, se hace demasiada apología de los suevos para intentar buscar la diferencia donde no existe. Y sin embargo nadie habla de la herencia sueva más importante: la creación en Galicia del primer señorío católico de las Españas, que luego llegara a convertirse en seña de identidad ineludible de todos los Reinos españoles y de todas las Españas, y donde la abjuración del arrianismo por parte de los germanos antecede en 40 años a la de Recaredo en Toledo. Y, por cierto, un reino suevo que abarcaba por el 440 a la Bética y la Cartaginense. Lee el segundo capítulo de la obra conjunta de Elías de Tejada y Gabriela Pércopo titulada “El Reino de Galicia”. Ni lusitanos ni suevos justifican, de por sí, la independencia portuguesa.
El Profesor José Orlandis ha demostrado a lo largo de toda su obra la importancia de los visigodos y el hecho es incuestionable: Hubo un tiempo en que toda la Península Ibérica estaba sometida a la misma Ley (el Fuero Juzgo y la Lex Visigothorum) y a la misma Corona. Lo demás, bien lo sabemos, son especulaciones vacuas hechas para uso y disfrute de estos pseudohistoriadores con almas de político. Como es innegable que entre España y Portugal no existen fronteras naturales obvias, como mucho algún tramo de algún río y poco más, que bien poco separan. Un breve texto desapasionado, como el de Stanley Payne, de historia de Portugal, te confirmaría todo esto.
Dicho esto hay que analizar con detenimiento, y creo que los mejores han sido António Sardinha y Francisco Elías de Tejada –uno a cada lado no de la frontera, pero sí de la raya- el nacimiento de Portugal.

Nacimiento de Portugal como nación
Si sigues a estos autores te percatarás que Portugal fue la primera nación de Occidente (ya que las Españas de los visigodos fueron volatilizadas por la invasión musulmana) en configurarse como tal. A fecha de 1383 Portugal había dado ya muestras repetidas y evidentes que quería configurarse como nación. Aljubarrota sólo sella lo que ya existe: un Portugal independiente.
Es verdad, como reconocen insignes figuras como Alexandre Herculano, Oliveira Martins, Teophilo Braga, Carolina Michaëlis de Vasconcelos y otros, que hubo algo de fortuito y casual en el nacimiento de la Patria portuguesa. ¿Crees que la Providencia deja algo al azar? Yo, como católico, sé que no. Por eso, ¿qué pasa para que entre la batalla de Sao Mamede de 1128 y la de Aljubarrota en 1385 la Providencia selle a Portugal como nación distinta y separada del resto de las Españas que, siguiendo la tendencia natural, acaban confluyendo?
La independencia que tiene que ver con la historia, con lo jurídico (una interpretación “a la francesa” de la legislación Justiniano, de tinte electivo que luego otorga poderes cuasiabsolutos al Monarca) y con los designios de Dios; no con los burdos caracteres físicos y positivistas que la historiografía moderna nos presenta. Portugal, a diferencia de otras naciones, “nace de su monarquía en vez de cuajar en ella; fue poder antes que realidad sociológica”, como nos explica Elías de Tejada.
En este sentido decisionista cabe entender a Afonso Henriques, y el nacimiento de Portugal como nación, y a lo que se puede objetivamente entender como deslealtad hacia el Rey de León. De todas maneras, deslealtad o no, ésta es luego sancionada por el Rey de León en medio de otras vicisitudes, así que sea como fuere, aquello fue legitimado y nada hay que decir. No se puede negar habilidad política y guerrillera (no sé tanto si guerrera) a Afonso Henriques; menos aún deseo de ser Rey y, por tanto, de que Portugal fuera Reino propio y distinto.

San Nuño de Santa María
Pero yo, R, te quiero explicar que Nuno Alvares Pereira, el Santo Condestable, quien tomase por nombre de religión el de Nuño de Santa María, es esa figura que consagra todo esto, porque toda nación necesita un Santo fundador, y éste es para Portugal San Nuño de Santa María. Y ya era hora de que a este Santo Varón de vida ejemplar le canonizaran.
“Curiosamente” el Santo Condestable es canonizado en la Festividad de San Isidoro, el 26 de Abril. San Isidoro, sí, el Santo Fundador de España. Uno portugués, otro español: los dos hispanos. ¿No te parece incluso providencial y nada casual que la Voluntad Divina haya dispuesto que San Nuno Alvares Pereira fuera a ser canonizado el mismo día de la Festividad de San Isidoro? ¿Has reparado en el mensaje profundo que la Providencia envía a los súbditos de ambos lados de la raya con este pequeño detalle?
Acerca de cómo eran aquellas relaciones entre naciones católicas, por desavenidas que éstas pudieran ser en un momento dado, te quiero plantear una pregunta: ¿cómo es posible ver con claves de este nacionalismo moderno, espúreo, pútrido, romántico, ilustrado, iluminado y hasta iluminista, que el Regente del derrotado Reino de Castilla en Aljubarrota sea nada menos que un Arzobispo portugués, el de Toledo, Don Pedro Tenorio –natural de el Algarbe-? Evidentemente no hubo ni podía haber un sentimiento tan encontrado entre ambas patrias como el moderno nacionalismo, en especial la versión lusa, pretende.
Cuando quiera que en medio de las reyertas el enemigo común amenazaba, se dejaban de lado las diferencias. Esto fue siempre así durante la Reconquista y hasta hemos tenido un episodio reciente durante la Cruzada de 1936, cuando faltó tiempo a los voluntarios portugueses para ayudar a conjurar el peligro con que la hidra roja y atea amenazaba a España. ¿Te imaginas que no hubiera habido Portugal independiente en aquel momento crucial de nuestra historia?
Cómo no recordar, también, que el Santo Condestable quería llevar como escudo a Santiago, junto a San Jorge, pero a Santiago también. Porque Sant Yago es, precisamente, el Apóstol que nos dio la Fe a ambos pueblos. Y ambos debemos venerarle y respetarle como debe el discípulo respetar al Maestro que encima le enseñó lecciones de Salvación. Y el Santo Condestable se sabe deudor de Santiago, que tantas batallas ha ayudado a ganar frente al sarraceno y al que él siempre implora.

Hechos religiosos en la configuración de Portugal
Hay un factor configurador de Portugal que está en la génesis de su independencia, y este factor es de primer orden. Me refiero al Cluny, y al Cluny borgoñés a fuer de ser más específico … y don Enrique de Borgoña, claro está. Sobre ese sustrato inicial del Condado de Portugal añades ese Cluny de sabor borgoñés y tendrás el embrión de la nación portuguesa como tal. Primer dato que como católico te deberías plantear: el tema del Cluny como especificidad dentro de un señorío que es católico y quiere seguir siendo católico. Fíjate que hasta entonces los Reinos españoles, que intentan venir a ser todos uno, tienen como factor configurador lo benedictino y el Císter, que llegan por el Camino de Santiago. He aquí una diferencia aparentemente menor, pero significativa.
La independencia política de Portugal fue consolidada en Aljubarrota y consagrada a la Virgen María en el Monasterio de Batalha. La de España, a través de una Castilla todavía no unida a Aragón, en Toro y consagrada a Dios en los Reyes Nuevos, en Toledo. Esta última tendrá luego continuación a través de la Aparición del Sagrado Corazón al Padre Hoyos, su Promesa a España en la Basílica de Valladolid, y cristalizada en la Consagración de los Obispos españoles y el Rey al Sagrado Corazón. En esto se vuelve a ver más esta fecundidad del dualismo peninsular, donde lo portugués enfatiza –Fátima de por medio- el Inmaculado Corazón de María y lo español el Sagrado Corazón de Jesús. Y ambos, juntos, anticipan el Reinado de los Dos Corazones al que la Humanidad está abocada. Cuando se contempla todo esto, ¿se puede querer que seamos uno? Flaco favor le haríamos a los planes de Dios con semejante unidad.
Este dualismo hispánico es también mariano porque me atrevo a afirmar que las dos Apariciones marianas más grandes de la historia por su efecto y significado son las del Pilar y la de Fátima. Hace casi 2000 años una, la otra de ayer mismo, de 1917. Ambas en solares ibéricos. Ambas ratificadas y selladas con los dos milagros no eucarísticos más grandes de la historia, el del cojo de Calanda y la danza del sol, respectivamente. Ambas precediendo etapas de mártires (recuerdo siempre la Iglesia de los Innumerables Mártires de Zaragoza, por ejemplo), sean las persecuciones romanas o las persecuciones que ya se empiezan a palpar. Ambas precediendo, también, victorias decisivas. La primera la victoria de la Fe sobre el solar ibérico que no ha de quedarse ahí, sino que se expande –literalmente- sobre los cinco continentes. La segunda, nada menos, la victoria sobre el Anticristo, ya implícita en Fátima.
Los Reyes son designados de Dios e instrumentos predilectos del Altísimo en el gobierno de las naciones. ¿Te has preguntado las numerosas veces que ha habido intentos de unión dinástica para unión de los Reinos? Excluyamos a Felipe II, católico hasta la médula, por tanto respetuoso con la subsidiariedad y preservador hasta la saciedad de la independencia de Portugal, cosa que no se puede decir de su hijo Felipe III y muchísimo menos de su nieto Felipe IV. Hablo de las veces que ha habido esos acuerdos matrimoniales para unificar ambos Reinos. El epítome es la vida misma de Don Manuel I, que casa con dos hijas de los Reyes Católicos y con Leonor, hermana de Carlos I de España y V de Alemania. Las vicisitudes del Príncipe Miguel de la Paz, nacido en 1498, son la guinda de intentos siempre infructuosos de unificar ambas patrias. Y, sin embargo, ¡qué admiración la de la fecundidad de las Casas Reales de ambos lados de la raya! ¿Podremos olvidar que nuestra [Santa] Isabel la Católica era medio portuguesa?
Finalmente retomo el tema de Fátima. Porque Portugal es central, junto con Rusia, al mensaje de Fátima. Y España, en la continuación de Fátima que es Tuy, también aparece. Pero hay una promesa de la Santísima Virgen sobre la conservación del Dogma de la Fe en Portugal que es específica de Portugal. ¿No es esto una evidencia indirecta de la ratificación de la Santísima Virgen de que Portugal es distinto e independiente de España? ¿Iremos a contradecir a nuestra Santa Madre en esto?
Voy un punto más allá: ¿no podría ser, y los hechos así parecieran indicarlo, que en España se va a perder la Fe? Si así fuera, para que ésta se recuperara, debería permanecer firme e incólume en algún sitio. Este es Portugal. Y en este escencario, mucho me temo que bien plausible, Portugal salvará a España. ¿Qué habría sido de no permanecer Portugal independiente? Posiblemente la apostasía de todos.

Las lecciones del Santo Condestable
Hay que quedarse con varias virtudes, y todas ellas encomiables. La primera lección, sin duda, es la de su patriotismo, bien reflejada en el texto de Monseñor Francisco Rendeiro sobre Santo Nuño de Santa María. Y el patriotismo pertenece a la virtud de la Piedad. La Piedad hacia la Patria, que está esculpida en piedra en el Cuarto Mandamiento, y que obliga incluso más que la Piedad hacia la propia familia. San Nuño de Santa María sufrió a su propia familia, que mantenían rivalidades políticas, pero él nos dio ejemplo de estar con la Patria.
La segunda lección, conectada con la anterior, es lo que él regeneró a Portugal. Porque Portugal se encontraba en una pésima situación, como el XIV europeo en general. La decadencia de costumbres, quizás no tan pronunciada como en Castilla, era moneda de uso común en Portugal. El ejemplo de Fray Nuño de Santa María con sus oraciones, sus ayunos frecuentes, su vida frugal y su pureza contribuyó a regenerar las costumbres.
Cuando el Santo Condestable había conseguido a una joven edad los laureles de la gloria y de la victoria la pronta viudez le dejó desarbolado. Prefirió la viudez, la soledad y la castidad –no siempre fáciles, especialmente la primera-, que es un estado más perfecto que el de volverse a casar, legítimo siempre este último. Su pureza, rematada por el voto de castidad de la vida religiosa es todo un ejemplo en nuestros días de podredumbre sensual.
Nuno Alvares Pereira era hombre adinerado para sus tiempos, pero utilizó su fortuna en el fomento del bien común. Tras la victoria de Aljubarrota dio mucho dinero a los supervivientes de la misma. Financió la construcción de varias iglesias y monasterios mientras él vivía pobremente. De nuevo esto fue rematado por el voto de pobreza, que perfeccionó todo lo anterior. Más aún, atendía a los pobres con una solicitud realmente ejemplar. Pero en estos tiempos donde el hedonismo y el uso individual del dinero, con desprecio olímpico por el bien común, está tan instaurado, ¡qué noble ejemplo el del Santo Condestable!
No es fácil, humanamente hablando, que un hombre que ha sido la mano derecha del Rey y el Comandante de sus ejércitos (eso significa Condestable) se hiciera pequeño. Sin embargo Nuño, al entrar en la vida religiosa, escogió para sí el más humilde de los puestos dentro del Monasterio Carmelita en que entró, rechazando privilegio alguno pese a ser ya en vida un héroe para sus contemporáneos. Con una vivencia realmente heroica de la humildad allanaba así el camino de la obediencia, posiblemente el más difícil de los tres consejos evangélicos.
Fray Nuño de Santa María era un hombre de una grandísima devoción eucarística, que él siempre recibía cuanto le era posible. Su otra grande devoción, aparte del Santísimo Sacramento, era a la Virgen María. Se anticipa así a aspectos de la vida cristiana que han sido luego tremendamente subrayados por los Papas, incluso por nuestro actual Santo Padre, Benedicto XVI.
Verdaderamente Nuno Alvares Pereira, en su desprecio por todo lo mundano, en su Piedad, en su cumplimiento fiel de los tres consejos evangélicos, en su devoción a María y a la Santa Eucaristía, es un Santo terriblemente actual en nuestros días, tan mundanos ellos, tan promiscuos, tan soberbios, tan contrarios a la Santa Religión, tan laminadores de las patrias.

Algunas opiniones a tener en cuenta
Espigo aquí algunos textos de algunos autores que me parece debes ponderar antes de lamentarte por Aljubarrota. Aljubarrota fue bueno para Castilla y Toro fue bueno para Portugal. Manuel Múrias da en el clavo al afirmar que:

“Basta reparar que, libertando Portugal das hegemonias de Castela, ao mesmo tempo se definiam as circunstâncias em que haveriam de desenvolver-se a actividade de Portugal, alongando-se para o mar, e a de Castela, lançando as bases da Espanha futura.
Pensando bem, a vitória de Portugal em Aljubarrota corresponde ao triunfo da civilização — porque tão necessária era à civilização do Ocidente a independência de Portugal como a de Castela. Por isso é que, providencialmente, a fortuna das armas se inclinou no mesmo sentido civilizador, afinal, em Aljubarrota como em Toro.”

El Maestro António Sardinha, a quien tanto debo, afirmaba:

“Assim, por paradoxal que isso possa parecer, é exactamente na separação das duas pátrias que reside a sua unidade imortal. Olhemos para as páginas da história e sem demora se reconhecerá que o desastre de Toro consolidou a vitória de Aljubarrota!”

Conclusión
¿Portugal y España unidos? ¡Jamás!, debiera exclamar un católico. ¿Ir contra la Providencia, contra la historia, contra la Tradición …? No, gracias.
Que necesitamos coordinarnos y actuar como si fuéramos uno en materias de política exterior y de defensa, sin duda, como proponía Sardinha. Incluso más todavía, ¿una monarquía dual que preservase las identidades nacionales de ambas naciones? ¿Por qué no, siempre que eso permita acometer mejor la tarea metapolítica a la que estamos llamados?
Al menos esa última es la tesis de los hermanos de los acás y los allás, el Irmão de Cá y Fray Trabucaire, los del blog Sagrada Hispania. Y Dios les bendiga por esto, por seguir la estela que marcó Don Francisco Elías de Tejada.
Nosotros tenemos ya una hoja de ruta señalada: un Portugal y una España independientes, un dualismo hispánico inapelable, pero hermanados y conjuntados en la única tarea posible para nosotros. La de San Nuno Alvares Pereira y la de San Isidoro. La de Juan Vázquez de Mella y de António Sardinha.
Tarea única que no es otra que la misión que Dios nos dio a portugueses y españoles: defender la Fe y expandirla hasta los confines del mundo para hacer realidad encarnada a Cristo Rey. Hermanados y conjuntados porque la historia y la Tradición, que nos dieron diferencias, nos dan hasta el mismo solar ibérico y una historia parelela en victorias y castigos. No hay otra opción.
Lo demás, apartarnos de nuestra vocación, no es sino ruta inexorable hacia el desastre.
Espero, querido R, que estas consideraciones anteriores te hagan ver con ojos verdaderamente católicos, y quizás distintos a aquellos con que hiciste tus comentarios, la batalla de Aljubarrota y sus implicaciones. Las cortapisas nacionalistas de uno y otro lado no son sino una lacra inmensa; y mucho más a quienes por religión tenemos que ver la historia como el libro donde el plan de Dios se va escribiendo entre líneas.
Y en ese plan de Dios ya previó que la Hispania, o las Hispaniae –como prefieras-, tuvieran dos realidades concretas: Portugal y España. Gracias a Aljubarrota. Gracias a Toro.
Gracias a Dios.
Un cordial abrazo en Cristo Rey y María Reina,

Rafael Castela Santos

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