domingo, outubro 12, 2008

Crisis

Estoy poco presto a escribir últimamente. O al menos a escribir para la bitácora. Vayan unas cuantas recomendaciones aquí que me parecen imperdibles, que al menos el ímpetu lector permanece en alza en medio de tanta caída bursátil.
En primer lugar un artículo de Juan Manuel de Prada, quien vuelve a retomar el tema con el Padre Leonardo Castellani por eje. Así pues sus asertos sobre esos oficiadores de sacrificios a Mamonna están bien fundados:

“Hoy toda esa fantasmagoría se derrumba, todas esas tretas nos revelan sus manejos; y el hombre que, por petulancia o descreída displicencia, dejó de creer que Dios obrase milagros, descubre que los milagros de los sacerdotes plutonianos eran en realidad tramoyas de farsantes. Ha sonado en el cielo la trompeta de la cólera divina; y los sacerdotes de Plutón huyen despavoridos. En su estampida dejan a los fieles de su culto desesperados ante la demolición de una fantasmagoría que habían encumbrado a la categoría de fe. Pero, en medio de su desesperación, tal vez esos hombres que estuvieron bajo el dominio del demonio vuelvan a elevar sus ojos al cielo, reconociendo a su verdadero dueño. ¡Bendita crisis!”

Y por seguir con el Padre Castellani me alegré mucho de saber que lo que yo defendía desde mi adolescencia, la nacionalización de la banca, es también sostenida por el Padre Castellani. Uno, que ha tenido que sufrir lo indecible, incluso de bocas de amigos, de acusarme de ser “del ala izquierda”, ahora se ve corroborado por los hechos. Bien: tenía razón. La nacionalización de la banca hubiera evitado estos desmanes. También me han llamado “pájaro de mal agüero” por llevar diciendo hace más de diez años que la catástrofe financiera que se cernía era inminente e impepinable. Bien: tenía razón. La hecatombe económico-financiera ya está aquí.
Hace tiempo que vengo diciendo que hablamos demasiado poco de la usura. Mejor dicho: nada. Ahora parece que el interés despierta. Que la usura es muy importante no debería ofrecer duda para nadie. De hecho no sólo es importante. Es criminal. Es un pecado gravísimo que corroe sociedades y naciones. ¿Cómo se puede defender un sistema –el capitalismo- basado sobre la usura?
El descrédito del crédito era un tema favorito de Belloc, uno de mis ingleses favoritos junto con Chesterton, Newman y Tolkien.
El Doctor Angélico es clarísimo al respecto (Summa Theologica II-IIae, q.78):

“Mas el dinero, según el Filósofo, en V Ethic. y en I Polit., se ha inventado principalmente para realizar los cambios; y así, el uso propio y principal del dinero es su consumo o inversión, puesto que se gasta en las transacciones. Por consiguiente, es en sí ilícito percibir un precio por el uso del dinero prestado, que es lo que se denomina la usura. Y del mismo modo que el hombre ha de restituir las demás cosas injustamente adquiridas, también ha de hacerlo con el dinero que recibió en calidad de interés.”

Ganas me entran de empezar a recobrar lo que me han robado … para ayudar a esta pobre gente a limpiar sus pecados, claro está. Y eso que el Santo Padre nos decía recientemente que “construir sobre el dinero es construir sobre arena”. Hace siglos que los usureros, perdón, banqueros, nos tienen acostumbrados a soportar sus ventas de humo. Humos tóxicos, por lo demás. Pues eso, que como dice Benedicto XVI “hay cosas mucho más importantes”.
Por eso, me digan lo que me digan, en el fondo me sigue pareciendo que el distributismo es de las pocas soluciones que hay, si no la única, a este desaguisado. Porque el distributismo (tal cual fue enunciado por Chesterton, Belloc y el P. McNabb) es la más cabal aplicación de la Doctrina Social de la Iglesia. Doctrina que, por cierto, es el núcleo del Carlismo.
Eso de poner el capital como eje central de la economía me parece altamente sospechoso. Sospechoso de terrorismo de la peor especie, claro. De terrorismo del que mata no sólo los cuerpos, sino también –y sobre todo- las almas.
Y como las implicaciones de esta usura no son sólo económicas, ni siquiera políticas. Son, sobre todo, apocalípticas. Es por esto que deberíamos rezar a San Moisés y al Ángel Exterminador.
¡Moisés, San Moisés, ven de nuevo y ordena que la tierra trague a todos los adoradores de Mamonna!
¡Santo Ángel Exterminador, da rienda suelta a la Ira del Omnipotente sin comedimiento ni freno alguno y da buena cuenta de todos los enemigos de Cristo, Nuestro Rey y Señor!
¡Señor, envíanos el Castigo ya, para que nos arrepintamos y, si no, para que seamos arrojados en las mazmorras del Purgatorio o en el lago de azufre infernal y dejemos de ofenderte!

Rafael Castela Santos

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