quarta-feira, julho 02, 2008

Estábamos en lo cierto

Aunque supimos de cómo iban las negociaciones entre Roma y la Hermandad de San Pío X en todo momento hemos querido ser discretos. En A Casa de Sarto, utilizando informaciones procedentes tanto de Roma como de Menzingen, estuvimos entre los primeros en poder decir que lo que decía la prensa oficial era falso, que los mass media estaban intoxicando y que se abría una luminosa esperanza porque Monseñor Fellay había dado una respuesta mucho más positiva que lo podían sugerir sus anteriores intervenciones. Ahora una bitácora semi-oficiosa como Rorate Coeli corrobora lo que nosotros decíamos esta misma mañana, aunque la noticia nosotros la teníamos desde ayer mismo. Incluso supe por mí mismo en cuanto tuve noticia de ello que la misteriosa, y providencial, filtración de ciertos hechos había sido hecha a Andrea Tornielli, gran conocedor de los entresijos vaticanos. Trucos viejos de periodista ...
Critiqué, más que duramente –insisto- utilicé un recurso retórico “a lo Quevedo” por mi espoleo a Monseñor Fellay para que estableciera los canales que fuera preciso –sin retraso, sin dilaciones- con Roma. Se me ha dicho de todo, desde que ahora me alineo con los “enemigos”, o que les sirvo, hasta que he hecho un pésimo servicio a la Hermandad de San Pío X. Dos personas me han comprendido un poco más que otros, y a ellos les quiero dar las gracias. En primer lugar a un Sacerdote desconocido norteamericano, un no-tradicionalista que empieza a decir la Misa Tridentina (carry on, Father!), y que me ha calado perfectamente al decirme: “… ultimately people like you are the hardest line of defense for the SSPX …!. Chapeau, Father! Y a La honda de David, que sabía por dónde iban mis tiros de largo alcance. Mi hermano en la Fe JSarto también supo desde el primer momento que mi crítica era por forma, no por fondo, y que mi lealtad hacia la Tradición era la misma que desde que la encontré hace ya unos 20 años. Espero que mi amigo “Chanza” lo comprenda … si es que lo quiere comprender. Sigo estando exactamente donde estaba.
Lo he pasado mal en estos tiempos. No me importa la correspondencia, mucha de amigos y conocidos, poniéndome a parir y tirándome por tierra. Incluso se me ha atacado sin fundamento desde otros lugares del internet. Se me acusaba de socavar la posición de la Hermandad y qué sé yo de otros males. Insisto para nuestros lectores que de no haber tenido la información tan precisa que teníamos en A Casa de Sarto, jamás me hubiese lanzado a escribir de la manera que lo he hecho. Me alegro de que mis sufrimientos morales, psicológicos y físicos en estos últimos días y semanas hayan sido en paralelo con la Hermandad de San Pío X y con la Santa Madre Iglesia. Pero, ¿se acuerda de los dolores de parto la mujer una vez ha dado a luz? Yo ni me acuerdo. Doy gracias enormes a Dios Nuestro Señor por esto y mi alegría es grande de que este primer paso se ha dado.
Ahora espero que una bitácora tan leidísima –pero que se ha comportado de manera tan absolutamente superficial como insultante, amén de errónea, como La Cigüeña de la Torre, rectifique su pésimo post sobre los “lefebvristas” (sic). Pacopepe, a quien muchos llevamos leyendo años, desde cuando era un desconocido autor en la revista Verbo (Speiro) y en Siempre p’alante, me parece a veces demasiado visceral, incluso superficial en alguno de sus análisis, pero tiene una virtud que le honra: se retracta inmediatamente. Espero que un hombre de buen corazón como él haga honor a esta fama de corregir sus yerros que le caracteriza.
Ahora, quiero ir un paso más adelante, como sé que esto llegará a Menzingen y a Roma, me permito una vez más insistir en varios puntos:
1) Que la Hermandad de San Pío X no debe tomarse a mal el poco prudente tempo de los Redentoristas Transalpinos. Ya he dicho que no ha sido prudente el dar las noticias de su regularización justo en este preciso momento. Y ya he dicho que hubiera sido deseable un poco más de lealtad por parte de los Redentoristas hacia la Hermandad, a quien tanto deben. Pero de donde no hay no se puede sacar e, insisto, Roma no ha jugado ninguna táctica de laminado sibilino en este asunto.
2) Que ahora, más que nunca, suplico a todos los Superiores de Distrito y Sacerdotes de la Hermandad que mantengan una postura sin fisuras respecto a Roma. Una cosa quiero decir: me consta de manera fehaciente que la solución canónica que Roma brinda a la Hermandad es una solución blindada. No hay por qué temer en asuntos de Liturgia y de Apostolado. Ni tampoco Roma va a incautarse de propiedad alguna de la Hermandad de San Pío X. Si fuera distinto jamás hubiera yo apoyado un acuerdo con Roma. Lo más peligroso que puede sucedernos es que se pierdan Sacerdotes aquí y allá, y con ellos fieles, por culpa de toda esta situación. Déjese ahora a la cúpula de la Hermandad ahora llevar la negociación con Roma con la mayor serenidad del mundo. A los miembros de la Orden Tercera de la HSPX cabe instarles a lo mismo, pero me atrevo a suplicar por amor de Dios y de su Santa Iglesia idéntica actitud hacia todos los que recibimos el apostolado de la Hermandad de San Pío X.
3) Que nadie, en particular Roma, debiera cebarse con Monseñor Williamson. Voy a defender a Monseñor Williamson a capa y espada. Creo que ha sido víctima de su propia personalidad, de su propia tendencia a la hipérbole, de haber sido discípulo de Winchester College (aunque él diga lo contrario) y, ¿por qué no decirlo? de cierta confusión e indecisión de Monseñor Fellay en las semanas previas. Afirmo, y repito, lo que ya he dicho en A Casa de Sarto: Monseñor Williamson es de los cuatro Obispos el que tiene más Romanitas. Le adorna, además, una formidable inteligencia. Temo que algunos no conocen a Su Ilustrísima suficientemente en el plano personal, donde se muestra como un agudísimo conocedor de la realidad. El que Monseñor Williamson tenga ese toque hiperbólico no quiere decir que esté enfrentado a Roma ni que se cierre en banda a una regularización de la Hermandad con Roma, como un análisis superficial pudiera sugerir. Invito a quienes conocen el percal a que hagan un acopio de hechos. Digo hechos, más que palabras y más que opiniones. Hechos puros y duros. Lo fácil es ahora darle palos a Monseñor Williamson por sus últimas declaraciones. Lo sensato es pensar en los hechos. A buen entendedor pocas palabras sobran.
4) Y lo más importante de todo: que todos los católicos de buen corazón ofrezcan sus sufrimientos cotidianos por la buena marcha de la Iglesia y de la Tradición, amén de cuantas oraciones sean posibles. Quiero dar las gracias muy efusivamente a las religiosas que en este momento están rezando por este motivo. Sin esos pararrayos divinos no íbamos ni a la vuelta de la esquina.
Por mi parte, salvo que haya algo que considere que mis palabras pueden servir un bien público, no tengo más que decir respecto a la negociación entre la Hermandad de San Pío X y Roma.
A Monseñor Fellay mis felicitaciones. Ha demostrado un enorme sentido común y sabiduría, como es propio de un Apóstol. Y también mis felicitaciones al Cardenal Castrillón Hoyos. Ha demostrado generosidad y magnanimidad, como se le supone a un Príncipe de la Iglesia. Pero sobre todo, sobre todo, gracias al Santo Padre. Sé que tiene una espina clavada porque sabe que la excomunión a Monseñor Lefebvre y a todos los demás Obispos fue inicua. Pero, más aún, porque se da cuenta de que sin Tradición la Iglesia no puede volver a ser la levadura que fermente el mundo.
Oremus … et laboremus!
¡Viva Monseñor Lefebvre!

Rafael Castela Santos

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