sexta-feira, julho 27, 2007

Respuesta debida a Gazeta da Restauração

Querido GdR:

Muchas gracias por tu carta abierta.
Para que nuestros lectores no pierdan el hilo reproduzco al final de esta carta mi comentario inicial y enlazo aquí tu carta abierta.
Coincido contigo en que “la fe sin obras es vana”, como bien nos recuerda San Pablo. Y las Obras de Misericordia son muchas, todas necesarias. Unos se sienten inclinados a unas, otros nos sentimos inclinados a otras. El Espíritu Santo nos predispone y nos empuja hacia alguna forma particular de Caridad hacia el prójimo.
En el ámbito que nos ocupa la virtud política por excelencia es la Prudencia, pero Prudencia cuyo fin último es el Bien Común. Sigo en esto a Aristóteles. Más aún, traigo a colación el deber que tenemos todos hacia la Patria, como nos señala Santo Tomás de Aquino, que es parte sustancial del 4º Mandamiento e incluso más preeminente que el amor a los propios progenitores. Hablemos pues de política en relación a nuestra Santa Religión y los deberes que ésta impone.
Si me permites re-enunciaré mi leit-motiv: el católico (el verdadero católico, que acepta la Tradición) no puede participar en muchos de los asuntos del mundo tan corrompido que nos toca vivir en estos tiempos. Parte de ese sistema corrupto y corruptor (ergo destinado a la destrucción cuando venga el Castigo) es el actual sistema político o, si lo prefieres, sistema político-económico. Estamos en el mundo, pero no somos de él, como enunció Nuestro Señor Jesucristo. De las dos premisas anteriores se infiere que: a) no ha lugar a participar en algo que es intrínsecamente malo y b) no podemos evadirnos de cumplir en el lugar que Dios nos ha asignado de la labor hacia el prójimo, que incluye enseñar al que no sabe, corregir al que yerra y amar la Patria.
En términos prácticos, repito, los partidos políticos mayoritarios (sean de derechas o izquierdas) son –salvo excepciones rarísimas y notabilísimas, como el Frente Nacional francés, y aún así el católico tiene algunos motivos de objeción hacia él- parte de un sistema corrupto que básicamente perpetua un orden anti-cristiano. Por ejemplo, el Partido Popular en España (autodenominado de “centro-derecha”) apoya el aborto, sanciona de facto las uniones de homosexuales, promueve la globalización e inmigración masiva y con ello la injusticia social y la opresión del más débil. Fíjate, querido amigo, que he escogido precisamente no ya cualquier tipo de pecado, sino aquellos cuatro pecados que por su particular malignidad claman venganza al Cielo. De lo que la izquierda parlamentaria en España hace prefiero ya ni contarte. Mucho me temo que no te será nada difícil encontrar ejemplos parejos en tu Patria portuguesa.
Empero, en lo que al orden cristiano afecta, izquierdas y derechas parlamentarias prácticamente en todo el mundo son esencialmente idénticas: son esencialmente amorales.
Digo amorales (y no inmorales) porque esto nos lleva a un amigo común, O Corcunda, quien lleva cientos de posts reclamando un referente moral externo –Cristo en este caso- que oriente y dé luz a la actividad política. Dictum que por supuesto comparto. Todo amoral acaba, también en la inmoralidad, pero puede haber inmorales que no son amorales. La amoralidad es un grado cualitativamente superior de mal y, aceptemos, que los tiempos que vivimos son esencialmente amorales. El espectro parlamentario legisla y gobierna sin Cristo, es decir, contra Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, Redentor y Rey nuestro.
Dado ese status quo al cristiano sólo le es lícito abstenerse, como se abstenían los cristianos de participar en el Imperio Romano (salvo en el Ejército, ya que éste no interfería directamente con sus creencias). Insisto que la no participación en las estructuras del Estado, que incluye a estos partidos políticos parlamentarios, no nos evita la obligación de participar activamente en otros terrenos: el social, el familiar, el cultural, etc. O, incluso, aunque yo crea que su efectividad puede ser poco más que testimonial, en asociaciones políticas extraparlamentarias, como –por ejemplo- puede ser el caso de la Comunión Tradicionalista en España.
Sí afirmo que intentar revertir los partidos políticos mayoritarios hacia principios cristianos es tarea imposible. Y justifico esto en función del Misterio de Iniquidad que nos invade. Esto, y no otra cosa, es lo que afirmé.
Finalmente, y sin ánimo polémico alguno, en el comentario a tu post, el que generó este intercambio nuestro, yo decía que:

“Empero la resistencia se puede hacer, y mucha, a pequeño nivel: en nuestras familias, en nuestros círculos de amigos, desde nuestro puesto de trabajo. La tarea que tenemos encomendada es salvar el fuego sagrado de la antorcha de la Tradición para que sean otros los que puedan pegar fuego y purificar a este mundo tan necesitado de Cristo como olvidado de El.”

Para acabar afirmando el deber de la lucha, lo cual ratifica mi adhesión al principio de que “la fe sin obras es vana”. De ahí que rechace de pleno un fideísmo tan estéril como errado que proponga abandonar todo en manos de Dios sin hacer nada por nuestra parte. El que yo, como tú, afirme la preeminencia de las virtudes pasivas (la contemplación en especial) sobre las virtudes activas, como la Santa Madre Iglesia siempre ha sostenido, no quiere decir que niegue las virtudes activas.
Cuando saqué a colación la cita de Donoso Cortés lo hice en lo que se refiere a nosotros como individuos. En el plano general la Victoria, sin duda ninguna porque El nos la ha prometido y El no falla, es de Cristo. Y en ese convencimiento absoluto no sólo de la Victoria, sino también de que la verdadera lucha comienza por la oración, la meditación, la penitencia y el ayuno no tengo nada que apostillar a lo por ti dicho: idem sentire de Res-Publica.
Recibe pues un cordial abrazo en Cristo Rey y María Reina de tu fiel lector que te admira,

Rafael Castela Santos


Queridos amigos: Para nosotros, que pensamos igual en muchos aspectos, la lucha adopta hoy predominantemente la forma de resistencia. La razón es sencilla: vivimos en un momento de la historia donde las fuerzas anticristianas han sido desatadas y caminan hacia su clímax.
A esta Quinta Iglesia del Apokalypsis en que vivimos el Espíritu Santo de la pluma de San Juan le da un mandato: "mantén lo que tienes aunque haya de morir". Es decir, que aunque más que posiblemente la derrota nos espere en el futuro más o menos inmediato, estamos obligados a resistir y a preservar todo lo que nos es dado. Eso que nos es dado es el Orden Romano (a lo que precisamente se opone el Novus Ordo Seculorum), que tiene sus aspectos religiosos y también sus aspectos políticos, sociales, etc.
Desde el punto de vista práctico la lucha política dentro del sistema es tarea cada vez más difícil, pero no por ello menos necesaria. Intentar influir en los partidos del sistema para reconducirlos a posturas cristianas es, sencillamente, perder el tiempo y no nos queda sino utilizar la contrafuerza del silencio, la abstención, la no-participación, etc., en un sistema que está primordialmente dirigido hacia la exaltación del Mal y la destrucción no ya del Orden Cristiano, sino de cualquier vestigio de éste.
Empero la resistencia se puede hacer, y mucha, a pequeño nivel: en nuestras familias, en nuestros círculos de amigos, desde nuestro puesto de trabajo. La tarea que tenemos encomendada es salvar el fuego sagrado de la antorcha de la Tradición para que sean otros los que puedan pegar fuego y purificar a este mundo tan necesitado de Cristo como olvidado de El.
Pero, por encima de todo, no hay que perder los ejes básicos. Y el principal, por encima de cualquier otro, es que nuestra lucha es espiritual. Como San Pablo nos recuerda nuestra lucha no es contra hombres, sino contra príncipes y potestades que están en los aires. Si el eje espiritual no tiene la primacía de nuestra lucha, perderemos el tiempo. En vano se afanan los trabajadores si el Señor no construye la casa.
Finalmente, independientemente de los malos tiempos que se avecinan, tenemos la gracia y el deber de la lucha. No pidamos, como decía Donoso Cortés, la gracia de la victoria sobre la gracia de la lucha. Eso sólo corresponde a Dios. Además, pase lo que pase Dios va a vencer, así que nosotros ya hemos apostado a caballo ganador.
Perseveremos.
Un cordial saludo a todos en Cristo Rey y María Reina,

RCS

0 comentários: